La intuición
Hemos escuchado hablar mucho de la intuición. Entre todo esto, existen numerosas afirmaciones y creencias populares imprecisas, incluso totalmente falsas. ¿Sería la intuición la clave para predecir el futuro?
¿Sería incluso lo que llamamos el séptimo de nuestros sentidos? ¡En realidad, ¡no hay nada de cierto en todo esto!
Comencemos por los cinco sentidos normales que todos poseemos (normalmente) desde nuestro nacimiento : la visión, el tacto, el olfato, el gusto y la audición. Todos estos sentidos básicos funcionan con los canales de comunicación encefálica usuales.
La intuición es otra cosa. No es una facultad mental y menos aún una capacidad. ¿Puede aprenderse y desarrollarse? ¡No, absolutamente NO!
Es lo que llamamos comúnmente la sinestesia o el arte del presentimiento.
Es la pequeña voz interior que no se equivoca y que no recurre a ninguna facultad cerebral. ¿Sin embargo, ¿Cuál es entonces la definición de la intuición?
El término mismo “intuición” proviene del Latín escolástico “Intuitio” :
In : lo que define la procedencia aquí, al interior; Tui, que quiere decir que brota; y Tio, hacia el exterior. Es un fenómeno que proviene del interior, de adentro, y que se exterioriza hacia afuera, eso es la intuición. Todos poseemos en nosotros un potencial intuitivo.
En 1908, La Academia Francesa integró en forma definitiva el término en su inventario gracias a J.H. Poincaré, quien declarará entre otras cosas lo siguiente: « Con la lógica demostramos, con la intuición inventamos ».
Los sueños y la intuición son, según Carl Gustav Yung, los dos mensajeros del inconsciente. ¡La intuición es el mensajero de nuestro interior!
Para los neurocientíficos la intuición no existe y para los psicólogos sería una forma de inteligencia cognitiva. En realidad, no es nada de esto, como lo señala por otra parte el neurocientífico Profesor Boissier. La intuición consiste en un conocimiento que surge de forma directa e inmediata, y que NO depende ni de la voluntad ni de un razonamiento lógico. Es un LARGO trabajo inconsciente, y es ésta la definición que le da la Academia Francesa en 1908.
Dicho de otra forma, ¡Si no hay trabajo constante y serio, no hay manifestación de la intuición!